Puede parecer una broma, pero no lo es, desde 1888 hasta 1893 los valencianos pudieron disfrutar de un peculiar sistema de transporte tranviario para acceder a la feria de julio.
Los compañeros de la Revista Valenciana de Estudios Históricos han realizado, con motivo de la feria de julio, un estupendo trabajo sobre los accesos a dicho evento, muy bien documentado que se puede consultar pinchando aquí. En el trabajo, también editado en la prensa local, por falta de espacio, los compañeros no han podido extenderse sobre este peculiar y desconocido sistema de transporte, por lo que veamos su historia.
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Rampa del lado del llano del Remedio |
El 3 de mayo de 1888 Eustaquio Rodríguez
de Vega solicita la instalación de un tranvía portátil llamado “Ruso” en el
lecho del rio Turia para acceder a la feria de Julio. La ubicación sería en la
baranda del rió recayente al llano del Remedio terminando su recorrido en la
opuesta con viajes de ida y vuelta.
Como motor no se utilizaba la
tracción animal ni mucho menos la eléctrica, sino la gravedad, ya que el
sistema se basaba en dos pendientes en el principio y fin y un sistema de
contrapesos para hacer circular los convoyes. Este era lanzado desde la
pendiente circulando por el lecho del río con tan solo la fuerza de la
gravedad, terminando su recorrido en el pretil opuesto a la altura del lecho y
una vez desalojados los pasajeros, elevado por un sistema de contrapesos a la
altura del pretil para ser lanzado de vuelta.
El sistema de vía sobre el que
circularía los coches de pasajeros sería el tranviario de un metro de
separación entre carriles en sesión de 11 de mayo de 1888 la comisión de
Caminos del Ayuntamiento no ve claro el sistema de raíles y frenado, suponiendo
que el sistema no es seguro por lo que solicita explicaciones al peticionario
de la concesión y que un ingeniero industrial revise los coches de pasajeros
para afirmar su seguridad. El director de la comisión de Caminos del
Ayuntamiento, Casimiro Meseguer firma el acta de la reunión.
Informado el peticionario que una
vez instalado debería someterse a las pruebas técnicas que prescribiera el
Ayuntamiento, el 19 de mayo de 1888, José María Sales, alcalde de Valencia,
autoriza la instalación del Tranvía. Las obras comenzaron y el 13 de julio de
1888 quedaron terminadas las obras del tranvía ruso y al día siguiente los
técnicos municipales realizaron su trabajo de inspección.
Por su informe, sabemos que los raíles
de tipo Vignol estaban apoyados sobre largueros de madera apoyándose estos
sobre caballetes empotrados en el terreno y de una altura de metro y medio en
el tramo horizontal del trazado. Para el comienzo del viaje se elevaba el coche
desde el lecho del rio a la altura del pretil, se cargaba el pasaje y se
lanzaba por la rampa siendo la gravedad la encargada de impulsar el convoy.
Hasta aquí todo parecía correcto
pero los técnicos denotan que los
carriles no poseían continuidad entre ellos ya que no se habían instalado
eclisas y dudaban que la vía soportara el paralelismo necesario al carecer de
tirantes transversales entre los carriles. Respecto a los coches de pasajeros indican
que carecen de hierros acodados acoplados al carril para evitar descarrilos tal
y como el peticionario exponía en su petición.
En resumidas cuentas,
desaconsejan su explotación por falta de seguridad y a 17 de julio de 1888
comunican su decisión a Eustaquio Rodríguez. Raudo y veloz, el peticionario
solicita al día siguiente la puesta en marcha y para solucionar los problemas
de seguridad indica que en vez de usar la fuerza de la gravedad, lo que produciría
un gran impulso, se utilizaría la “tracción humana” en todo el recorrido,
evitando las pendientes.
El 20 de julio de 1888 los
ingenieros municipales dan el visto bueno a la nueva forma de tracción
indicando que la velocidad sea moderada y que los encargados de empujar o
arrastrar el convoy nunca lo “suelten” y el 21 de julio se da por enterado Eustaquio
Rodríguez de la resolución y comienzan los viajes por el tranvía ruso para que
los valencianos pudieran acceder a la feria de julio por un coste de 5 céntimos
de peseta el viaje.
Este sistema de transporte no era
el único, ya que desde 1886 para la feria de julio el Ayuntamiento
subvencionaba con 500 pesetas la instalación de una pasarela de madera para el
acceso a la feria, el cual una vez instalado también cobraba peaje por su paso,
por lo que el tranvía representaba una modernidad que los valencianos
prefirieron al simple paso por una pasarela.
Al año siguiente el 16 de mayo de
1889 Salvador Feo Ferrándiz en nombre de Eustaquio Rodríguez solicita la
instalación del tranvía portátil llamado ruso y el 5 de junio se autoriza la
instalación pero subsanando los problemas técnicos del año pasado, entre ellos
el eclipsado de railes, el sistema anti descarrilamientos y las rampas, pueden
ser utilizadas para impulsar el coche de pasajeros y por fin dejar de usar la “tracción
humana”.
El 11 de junio el Ayuntamiento da
su visto bueno y comienza la instalación, dándole una alegría al concesionario
y no es otra que suprimirle los arbitrios municipales en reconocimiento a que
el tranvía ruso no percibía las 500 pesetas de subvención que si percibía la
pasarela de madera y el 16 de julio de 1889 queda instalado de nuevo el tranvía
ruso para disfrute de los valencianos que por los mismos cinco céntimos del año
pasado podían acceder a la feria de julio de una manera original.
Llegados a 1890 es Enrique Rodríguez
Pastor quien el 26 de junio de 1890 solicita la instalación del tranvía ruso.
En la petición descubrimos una novedad en esta historia y no es otra que Eustaquio
Rodríguez de Vega no era el diseñador del tranvía, sino el capitalista inversor
que los años anteriores había procedido a su explotación siendo Enrique Rodríguez
Pastor el diseñador del tranvía ruso. Parece ser que al tercer año, el
capitalista inversor se había cansado de la explotación cediéndosela a su
diseñador.
Sin embargo no tuvo suerte el
diseñador del tranvía ruso ya que el 7 de julio de 1890 renuncia a instalar el
tranvía ruso, siendo la causa que la feria de julio no se realizó en su
ubicación habitual.
En 1891 Eustaquio Rodríguez de
Vega vuelve a tomar el control del tranvía ruso y el 30 de junio de 1891
solicita su instalación. Experiencia y conocimiento del sistema no faltaban y
los técnicos del Ayuntamiento pasaron una inspección para verificar que el
material no acusaba los cuatro años de vida. Siendo satisfactoria dieron el
visto bueno a la instalación el 9 de julio de 1891 y el 20 de julio de 1891
retornaron los valencianos la peculiar tradición de lanzarse al rio en un tranvía
ruso para acceder a la feria de julio por cinco céntimos.
No se tiene constancia documental
de que 1892 contase con el tranvía ruso en la feria de julio pero el 23 de mayo
de 1893 Bautista Ferrándis en representación de Eustaquio Rodríguez de Vega
solicita la instalación de nuevo del tranvía ruso. El sistema era ya tan conocido
para los técnicos municipales que tres días después el 27 de mayo de 1893 dan
el visto bueno a la instalación.
Sin embargo este año no se instaló
el tranvía ruso ya que la competencia de la pasarela de madera acabó ganando la
partida al tranvía. Enrique Real y compañía, el 7 de junio de 1893 presentan su
solicitud de instalación de la pasarela de madera y el 22 de junio el
Ayuntamiento da su visto bueno. La pasarela provisional de madera tenía 2,05
metros de ancho y recorría el trazado paralelo del tranvía ruso desde uno a
otro petril comunicando el llano del Remedio con la Alameda y entrada a la
feria de julio. El puente contaba con comodidades como la iluminación y el
coste del peaje era similar al tranvía, cinco céntimos.
Desconocemos las maniobras
comerciales entre Eustaquio Rodríguez y Enrique Real y Compañía, no son difíciles
de imaginar, pero el 8 de julio de 1893 presentan ambos, de manera conjunta, un
escrito en el que solicitan que se instale la pasarela de madera en favor del
tranvía ya que consideran que el primero es más cómodo y seguro para los
asistentes a la feria de julio.
El 10 de julio de 1893 el
Ayuntamiento da el visto bueno a la instalación de la pasarela y la no
instalación del tranvía por lo que a partir de ese año, los valencianos
accedieron a la feria de julio a través de la “tracción humana” por una simple
pasarela y dejaron de lado la peculiar “tracción por gravedad” del sistema que
utilizaron en años anteriores.
Como curiosidad, el maestro
carpintero encargado de la construcción y mantenimiento de la pasarela era
Celedonio Albiach Ros cuya carpintería estaba situada en la calle Pelayo número
5 bajo. La pasarela era tan provisional como el tranvía ruso y perduró hasta
1908 en que se emplazó por última vez dando paso a la pasarela de la Exposición
Regional de 1909.
Valence. Panorama pris du pont de la mer. J.Lévy et Cie. 1888. Revista Valenciana de Estudios Históricos
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