Las
briquetas de carbón
Francisco
Pons
A finales de
1866, la tracción de los ferrocarriles corría a cargo de un ejército de
maquinas de vapor que como combustible utilizaban agua y carbón. Este último
material generaba una gran cantidad de polvo y pequeñas partículas que se
amontonaban a lo largo y ancho de la geografía ferroviarias española.
Muchos
fueron los intentos por aprovechar este material ideando varios hogares y
rejillas especiales para poderlos utilizar, sin embargo la utilización de polvo
y menudos de carbón ahogaba el fuego de la caldera y no dejaba circular el
oxigeno necesario para la combustión, tercer material combustible de las
locomotoras de vapor que siempre olvidamos.
Viendo el
problema que representaba y el coste del material no consumido se ideo una
solución práctica, que era aglomerar el
polvo y menudos en bloques formando ladrillos o como eran denominados en la
época “panes”.
Los bajos
presupuestos con que contaban las concesiones del ferrocarril, hicieron que D.
Luis Ruviere, Ingeniero de la línea de Zaragoza a Barcelona, idease un sistema
de compactación a la par que eficaz, económicamente viable para el
aprovechamiento del carbón menudo y el polvo del mismo.
Consistía en
calentar el carbón en polvo y partes pequeñas en una caldera y añadirle un 10%
de brea seca y un 2,5% de alquitrán, los cuales previamente se habían fundido
por separado, cuando al tacto se veía que la brea estaba bien distribuida entre
el carbón, se introducía en unas cajas de madera que hacían de molde y se les
daba la presión necesaria con una prensa de tornillo. Una vez desmoldada la
briqueta o “pan” ya tenía la consistencia necesaria para ser transportada y
utilizada como combustible en las locomotoras o calderas de industrias.
Los costes
estipulados en el proyecto de D. Luis Ruviere contemplaban que cinco hombres
podrían fabricar al día tres toneladas de briquetas a un coste de 28 reales,
incluido los aditivos para su preparación. Si se automatizaba el proceso con
maquinaria, la producción aumentaba a 14 toneladas diarias con el jornal de
seis hombres y tres muchachos.
La línea de
Zaragoza a Barcelona fue la primera en España en adoptar este tipo de
combustible y su uso demostró mejores resultados que los procedentes de
fabricación extranjera.
El proceso
como tal también se aplico a los altos hornos, los cuales tenían el mismo
problema que las compañías ferroviarias, el aprovechamiento del polvo de carbón
y sus menudos.
A raíz del
sistema autárquico del General Franco, este fue uno de los sistemas que
permitió no depender del comercio extranjero para el funcionamiento del
ferrocarril.
Fabrica de
carbones Salvador, procesadora de carbón y fabrica de aglomerados “Briquetas” y
“Almendras” sita en el barrio de la Malvarrosa de Valencia con acceso a las
líneas de Norte a través del ramal de la Canteras del Puig. 1929
Siguiendo el
mismo proceso del Sr. Luis Ruviere, se fabricaban también unas piezas de carbón
aglomerado del tamaño de una pelota de pin pon, con forma de almendra para el
encendido de las locomotoras y que se usaban también como combustibles de
caloríferos, sobre todo en talleres y casetas guardabarreras, aunque esa es
otra historia…
GRACIAS ...UNO DE RENFE TALLERES LOCOMOTORAS SAN ANDRES BARCELONA
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