La grasa en
los ferrocarriles del S XIX
Francisco
Pons
A finales de
1866, el engrase de las cajas de grasa de los vagones y de uso general en los
ferrocarriles, era de procedencia extranjera y por lo tanto, de coste elevado.
El consumo
de grasa que se hacía en los ferrocarriles era de tal importancia y elevado
coste que hizo que los gestores ferroviarios hiciesen los esfuerzos necesarios
para, o bien obtenerla más barata u obtenerla por medios propios.
En la línea
Zaragoza Barcelona, la grasa se compraba directamente a particulares, y también
la recibía del extranjero, y debido a los problemas para mantener un continuo
abastecimiento, opto por fabricarla por su cuenta.
Después de
varios ensayos determinaros los ingenieros de la compañía que la mejor “receta”
para la grasa era la de Aceite de palma, Sebo purificado, agua y carbonato de
sosa, aunque sin embargo las proporciones variaban según la estación del año
debido a las diferentes condiciones climatológicas.
En verano la
proporción de materias primas era de 10/50/30/10, en invierno cambiaba a
45/15/38/2, mientras que en primavera y otoño era de 30/30/36/4.
Para su
fabricación se disolvía la sosa en el agua, se fundía el sebo, añadiéndole el
aceite, dejándolo enfriar hasta que cuajaba, momento en el cual se añadía la
sosa disuelta. Se agitaba la masa hasta que estuviese cuajada, siendo este el
proceso más delicado, ya que si se cortaba el cuaje, la grasa no serviría.
El precio al
que resultaba esta producción era de 3.077 reales el kilo en verano, 2,077
reales el kilo los de primavera y verano, y 2,014 reales kilo la grasa de
invierno.
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